Capítulo 120.
Al lado del silencioso jardín, había una mecedora. El movimiento era suave, y gracias a su asiento mullido, era muy cómoda.
Selena se mecía abrazando un almohadón y miraba al cielo.
Ahora que lo pensaba, siempre había querido comprar una silla mecedora.
Mientras tocaba el reposabrazos, se acordó de una situación.
A los once años, le había gustado mucho una mecedora que había visto fuera de una tienda.
Read more